"Porque soy danza y soy canto soy libre, porque soy vuestro soy inmortal"
Estas palabras resumían el audiovisual introductorio de los 20 años del Liceu, reconstruido después del último incendio, antes de comenzar la obra más espectacular y futurista que se haya representado nunca del Turandot de Puccini, puesto en escena por el videocreador Franc Aleu.
Siendo la misma obra que inauguró el Liceo reconstruido, esta vez su escenografía sobrepasa los límites de la imaginación. Una cúpula de cristales imaginarios hexagonales en movimiento; lágrimas que caen y se estrellan en el escenario desmenuzadas en miles de letras; cabezas gigantes, que representan los pretendientes ejecutados por la helada orden de Turandot, que caen del cielo y se trituran, uno tras otro, haciendo del escenario una trinchera; los personajes Ping, Pang y Pong que transmiten, dentro de bolas de humo movedizas, el grave peligro que corre Calaf en querer pretender la princesa. Una escenografía que tanto parece transportarte a una cripta gaudiniana, como una nave interplanetaria. Una noche que "Nessum dorma" está cubierta de estrellas y coronada con el aria más famosa a prueba de fuego de cualquier tenor. Una obra que a pesar de la venganza por los tormentos sufridos por una antepasada de la princesa en manos de un príncipe tártaro que la raptó, tiene un final increíble y recuerda que los abusos de género vienen de lejos y sólo el amor puede ser la solución a los problemas de nuestra sociedad.