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Blindaje financiero contra la depresión

Blindaje financiero contra la depresión

El impacto de la pandemia en la salud mental ha sido un tema recurrente, con un aumento notable en problemas como la depresión y la ansiedad. Además, la atención a la salud mental enfrenta desafíos significativos, como la escasez de profesionales en relación con la demanda y la necesidad de fortalecer la prevención y la atención primaria para abordar estos problemas de manera efectiva.

 

En 2021, casi un 3% de la población adulta tuvo un trastorno mental grave, lo que supuso más de un millón de personas y más del 50% no recibieron tratamiento o no fue el adecuado. En España un 6,7% de la población está afectada por la ansiedad, así como la depresión y en ambos casos las mujeres son el doble de los hombres. Los motivos pueden ser múltiples. Todos los ámbitos de nuestra vida - el trabajo, el hogar, la salud física y mental, las finanzas, y la vida social y familiar - están fuertemente interconectados, y son lo que nos hace ser quienes somos y sentir lo que sentimos.

 

En un mundo donde las enfermedades mentales, especialmente la depresión, están en aumento, la protección financiera se vuelve indispensable. La depresión no solo afecta emocional y psicológicamente a quien la padece, sino que también puede llevar a una incapacidad laboral absoluta. Esto destaca la necesidad crítica de contar con seguros que aborden específicamente estos desafíos.

 

La depresión mayor, una enfermedad que inunda la vida del individuo con desesperanza y desinterés, puede llegar a ser tan incapacitante que haga imposible mantener cualquier actividad laboral. Frente a esta realidad, resulta fundamental estar preparados para afrontar las consecuencias económicas de una posible incapacidad laboral absoluta.

 

Según un estudio del Consejo General de la Psicología, del pasado mes de junio del 2023, en España, doce comunidades autónomas junto con las ciudades de Ceuta y Melilla están incorporando asistencia psicológica en los servicios de Atención Primaria. Los datos muestran avances en la dirección de prestar más atención a la salud mental de la población por parte de la sanidad pública. Sin embargo, excepto en la Comunidad Valenciana (donde la ley 10/2014 establece la presencia de al menos un psicólogo/a en todos los Centros de Salud), en el resto de Comunidades que cuentan con planes de acción en salud mental, la incorporación de asistencia psicológica sigue siendo muy escasa para poder dar respuesta a la demanda en salud mental de la población. De hecho, según han alertado algunas instituciones como el Defensor del Pueblo, España todavía se sitúa por debajo de la media europea respecto a la ratio de profesionales de la psicología por cada 100.000 habitantes.

 

La falta de psicólogos en la Sanidad Pública impulsa el consumo de fármacos. Más de 2,5 millones de personas consumen psicofármacos a diario en nuestro país. Una de cada 3 personas sufre ansiedad y una de cada cuatro depresión. Según los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas CIS, un 43,7% ha solicitado asistencia psicológica por problemas de ansiedad y un 35,5% por depresión. Ante esta situación no hay suficientes psicólogos clínicos en la sanidad pública y hay falta de recursos para que los haya. Además, no se apuesta por una asistencia que no solo atienda a la propia terapia sino a la prevención. Tiempo de las sesiones muy corto, frecuencia de las visitas que se alarga y largas listas de espera hacen que los pacientes hayan de ir a la atención sanitaria privada. El pasado mes de octubre del 2023 se publicó que el 59% de los jóvenes en nuestro país habían afirmado tener problemas de salud mental y que no acudían a una ayuda profesional por una cuestión económica.

 

Blindaje financiero contra la depresión

 

Con este panorama ¿cómo podemos blindarnos financieramente por si cayéramos en una depresión? Tener un seguro de salud privado puede ser una medida indispensable para poder ser atendido en tiempo y forma que nos permita reconducir un estado anímico que bien tratado debe remitir. En todo caso, contratar un seguro de vida que incluya cobertura para la incapacidad absoluta permanente es más que una elección prudente; es un acto de responsabilidad hacia uno mismo y hacia nuestros seres queridos. Esta cobertura asegura el bienestar financiero en caso de que la depresión, u otra enfermedad mental grave, impida continuar con nuestra actividad laboral.

 

La incapacidad permanente por depresión es un fenómeno reconocido y respaldado por numerosas resoluciones judiciales. El grado de incapacidad permanente absoluta ofrece una protección económica integral, proporcionando una prestación mensual del 100% de la base reguladora del trabajador. En casos extremos, donde la enfermedad compromete la independencia del individuo, incluso se puede llegar a reconocer una gran invalidez, ofreciendo así un complemento económico para sufragar los gastos de asistencia necesaria en la vida diaria.

 

El proceso para obtener reconocimiento de incapacidad por depresión mayor implica un diagnóstico claro, la demostración de la cronicidad de la enfermedad y la exhaustividad de los tratamientos intentados, subrayando la importancia de contar con el respaldo de un seguro de vida desde el principio de nuestra vida laboral, pero también de tener la posibilidad de tener la atención terapéutica necesaria mediante un seguro de salud.

 

Según Jorge Campmany experto jurista laboralista, en su artículo ¿Se puede trabajar con depresión mayor? Dice que pese a que cabe la posibilidad de que la Seguridad Social dé una incapacidad total en circunstancias específicas, el grado de incapacidad permanente que, como mínimo, se debería aprobar con depresión mayor (o depresión mayor grave) es la incapacidad permanente absoluta. Y, afortunadamente, así lo afirma la jurisprudencia. Los altos tribunales han sentenciado, repetidamente, que el trastorno depresivo mayor merece la incapacidad absoluta para cualquier actividad laboral.

 

Los Tribunales Superiores de Justicia hace mucho que ven claro que, generalmente, no se puede trabajar con depresión mayor. Y el Tribunal Supremo, aunque de forma más genérica, también ha manifestado que son "constitutivas de incapacidad permanente absoluta las alteraciones psíquicas cuando por su gravedad y persistencia impiden una regular prestación del trabajo".

 

Según él, las tres claves para obtener una incapacidad por depresión mayor, desde el punto de vista médico, son las siguientes:

  • El propio diagnóstico del trastorno depresivo mayor, por parte de un especialista en psiquiatría.
  • Probar que la depresión es crónica y recurrente.
  • Demostrar haber agotado las posibilidades terapéuticas y la patología no remite.

Además de estos tres aspectos relacionados con la salud, también es indispensable cumplir con los requisitos técnicos que refleja la normativa de la incapacidad permanente. En esa línea, como la contingencia de una depresión mayor no suele ser un accidente ni una enfermedad profesional, sino una enfermedad comúnes necesario acreditar un periodo mínimo de cotización.

 

Este contexto pone de manifiesto no sólo la creciente prevalencia de la depresión como enfermedad mental en nuestro país, sino también la importancia crítica de contar con un seguro de salud que permita ser diagnosticada por un especialista en psiquiatría y que certifique su cronicidad y haber agotado la terapia a la vez de un seguro de vida que ofrezca cobertura frente a la incapacidad laboral absoluta. La anticipación y protección financiera se convierten en aliados fundamentales para afrontar con serenidad los retos que las enfermedades mentales pueden presentar en nuestro camino laboral y personal.

 

Conclusión

 

En conclusión, mientras algunas personas logran encontrar actividades laborales compatibles con su estado de salud, la realidad es que las enfermedades mentales, en especial la depresión mayor, pueden limitar profundamente nuestra capacidad de trabajar. En este escenario, un seguro de salud que permita ser atendido en tiempo y forma cuando surja un problema mental y un seguro de vida con cobertura para incapacidad absoluta permanente no es un lujo, sino una necesidad. Es una inversión en nuestra tranquilidad financiera y en nuestro futuro, permitiéndonos enfrentar con mayor seguridad los desafíos que la vida nos depare.

 

Las empresas, por su lado, cada vez más, comprometidas con el bienestar de sus empleados, destacan por la iniciativa de contratar dichos seguros colectivos como parte de la retribución en especie a sus plantillas y a precios más reducidos al diluirse el riesgo entre más asegurados. Esta acción no solo protege a los trabajadores frente a eventualidades que limiten su capacidad laboral, sino que también refleja positivamente en la imagen corporativa, siendo un claro ejemplo de responsabilidad social empresarial. Invertir en la seguridad y salud de la plantilla subraya un enfoque ético y cuidadoso hacia el recurso más valioso de cualquier organización: su gente.

Autora Maria Torra

Fuentes: diversas Centro de Investigaciones Sociológicas CIS, Consejo General de la Psicología, Jorge Campmany