Un INCENDIO no sucede por mala suerte
El incendio es el riesgo de menor frecuencia, pero de mayor impacto catastrófico de los existentes.
Últimamente, con mayor frecuencia nos levantamos con la noticia de algún incendio que quema una nave industrial o un edificio en nuestro país. ¿Qué está sucediendo? ¿Alguien se lo ha preguntado? ¿Y cuáles son las consecuencias de los daños personales y daños materiales?
- Nueve personas resultaron heridas, una de ellas en estado grave, a consecuencia de un incendio en los bajos de un edificio de Barcelona, en el distrito de Horta-Guinardó.
- Tres personas de una misma familia murieron y 15 resultaron heridas en el incendio ocurrido en la madrugada del 4 de marzo en un piso de un edificio de Villajoyosa, en la comarca de la Marina Baixa, en el País Valenciano. El hecho de que se pudieran desalojar a 120 personas de los otros pisos evitó daños mayores.
- Las causas del incendio que quemó 138 pisos del barrio del Campanar de Valencia, dos bloques de 10 y 14 plantas a mediados de febrero y que dejó a diez personas, un centenar de animales muertos y 105 personas desalojadas, fueran cuales fueran, ¿se hubieran podido evitar?
- Una mujer murió y otras dos personas resultaron heridas leves por inhalación de humo, en el incendio de una vivienda en Mollet del Vallès.
- Extinguido el incendio en la empresa Azufrera y Fertilizantes Pallarés obligó a confinar el polígono de Constantí. El motivo, la rápida propagación del incendio generado en unos matorrales cerca de la zona industrial y que el viento desplazó a las naves de la empresa. 24 dotaciones de bomberos se necesitaron para extinguir las llamas que afectaron al interior de tres naves y un contenedor exterior de basura.
- Al menos tres personas fallecieron en el incendio del Hospital San Giovanni Evangelista de Tívoli, un municipio de 56.000 habitantes situado a unos 30 kilómetros de Roma. Las llamas se originaron por la noche en el sótano del centro hospitalario y llegaron hasta la sala de urgencias y la unidad de cuidados intensivos.
- Durante el último año, hasta 22 plantas de reciclaje se han incendiado en Cataluña. La falta de prevención y los materiales inflamables son las principales causas de estos incendios. Y es que, por ejemplo, las paredes de las instalaciones están hechas de material inflamable.
- Un fuego en la empresa farmacéutica Medichem en el polígono industrial de Celrà, en el Gironès el pasado octubre por la noche fue extinguido por once dotaciones de Bomberos. El fuego procedía de un armario con productos químicos en el interior del edificio y en contacto con el agua para apagar las llamas, generó una gran nube de humo tóxica.
- Trece dotaciones de bomberos han tenido que actuar para extinguir el incendio que se ha producido en una nave de 300 mts. de manufactura de hilos de la calle Severo Ochoa de Terrassa. El incendio ha obligado a confinar a los vecinos de los tres edificios colindantes. El techo de la nave, que era de amianto, se desplomó a causa de las llamas.
- Hasta 12 dotaciones de los Bomberos trabajaron toda la noche hasta la mañana para apagar las llamas de un incendio en 6 naves industriales en Vilassar de Mar con pequeñas explosiones. Una de las naves afectadas era de una empresa de plantas, otra de plásticos y una tercera de material de pesca. Uno de los Bomberos tuvo que ser trasladado al hospital.
Las noticias destacan básicamente los daños personales, pero ¿quién se preocupa de los daños materiales y sus consecuencias directas e indirectas?
Un incendio normalmente es una catástrofe para quien lo sufre. Y no digamos si hay daños personales. Todo lo que conlleva luchar contra un incendio, las dotaciones de bomberos, ambulancias y cuidados médicos de urgencia, y después resurgir de entre las cenizas levantando nuevamente lo destruido, con el paro que conlleva, con la pérdida tan material como emocional es motivo más que suficiente para evitarlo. ¿No es así?
Si además añadimos que todo ello hace que las aseguradoras, cada vez más, sean más exigentes en las medidas de prevención y muchas veces se nieguen a dar cobertura a las instalaciones que solicitan el seguro de daños, debería hacernos recapacitar.
El mundo está cambiando a una velocidad astronómica y adaptamos nuevas tecnologías a la construcción, de las que se desconocen sus consecuencias frente a determinados hechos. Nuevos materiales de construcción que son prácticos porque son aislantes del calor y el frío, pero que algunos de ellos no son ignífugos y que, si se queman, propagan las llamas con mucha facilidad.
Una normativa desgraciadamente lenta que va más despacio que la tecnología y además el incremento de costes de energía ha hecho que cada vez haya más instalaciones novadoras que permitan devolverla a los costes originales. Hablo en este caso de las placas fotovoltaicas, FV.
Otro hecho destacable, también, es que la normativa, aunque sea exigente, muchas veces ni se cumple.
Además, la normativa se hace para proteger a las personas, pero ¿quién protege los patrimonios? En resumen, estamos a mucha distancia de tener construcciones e instalaciones adecuadas para ser sostenibles y debidamente protegidas para que esta sostenibilidad sea perdurable en el tiempo.
Y dirás, ¿y quién lo dice esto, los arquitectos, los ingenieros? Pues bien, esto lo vemos los profesionales de los seguros cuando debemos estudiar un proyecto nuevo a asegurar y el mercado asegurador pone muchas pegas.
Las aseguradoras han tenido que asumir cada vez más siniestros catastróficos por qué cuando se ha producido un incendio no ha habido forma de detenerlo, ésta es la causa de que pierdan mucho dinero y además los asegurados, muchas veces, no lleguen a recuperar el patrimonio perdido porque no lo habían asegurado convenientemente y esto ocasiona un endurecimiento del nivel de exigencia en la protección de los patrimonios.
La normativa está básicamente dictada para proteger a las personas. Que puedan ser avisadas y escapen inmediatamente de las llamas de un incendio es uno de sus principales propósitos. ¿Pero del patrimonio quien se preocupa?
Cuando se realizan proyectos nuevos de construcción e instalación, antes de empezar estos proyectos deberían estar verificados por expertos en la gestión de incendios, y esto habitualmente no se hace.
En las empresas se habla cada vez más de gestión de riesgos, pero desgraciadamente la gerencia de riesgos se utiliza de forma superficial y poco comprometida. Los riesgos, lo que resulta de multiplicar la probabilidad y frecuencia de un hecho perjudicial por su impacto, son muchas veces despreciados.
Si la probabilidad de que una amenaza es muy baja por qué su frecuencia es anecdótica subestimamos la gravedad de lo que puede suponer su impacto en caso de que suceda. El riesgo es una incertidumbre medible pero la incertidumbre es un riesgo inmedible
¿Qué quiero decir con esta sentencia leída en un informe editado por la ingeniería ASHES-FIRE Consulting sobre los avances y desafíos de la gerencia de riesgos de incendio?
Que los empresarios y promotores deben conocer que si las amenazas de riesgos devastadores llegan a suceder no será por la mala suerte, sino porque era una posibilidad a la que no habrán prestado la atención adecuada.
El riesgo es una incertidumbre medible pero la incertidumbre es un riesgo inmedible
¿Cómo actuarán los afectados de un incendio frente a los responsables de la empresa en la que se ha ocasionado?
¿Qué seguros tendrán que poner en marcha para hacer frente a las reclamaciones tanto personales como administrativas en caso de daños medioambientales?
Éstas y otras muchas cuestiones son indiscutiblemente importantes a tener en cuenta cuando se trata de la gestión de riesgos.
María Torra